El proceso revolucionario que se consolidó con la toma del poder en Cuba, tiene pasajes sólo comparables con cualquier otra epopeya histórica. Cuando en 1959, un grupo de jóvenes barbudos con pelo largo y uniforme verde olivo bajaron de la Sierra Maestra, se desató en el país una euforia popular que merece ser recordada en imágenes. Los años que seguirían al triunfo serían igualmente inolvidables; la intensidad con que se daban todas las transformaciones convertían a la mayor de la antillas en foco de atención mundial. Los cubanos, por aquella época, se sentían protagonistas de la gigantesca campaña que proclamaba el dominio de las grandes masas sociales sobre todos los medios de producción. Muchos fotoreporteros del planeta documentaban para la historia cada ocasión. Pero ninguno supo hacerlo mejor que el cubano Alberto Díaz Korda. Inolvidables momentos serían magistralmente recogidos por el lente de su cámara. Su mayor contribución fue haber atrapado el instante que inmortalizó la imagen más universal del Che Guevara.